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Aunque el zoom de las cámaras es hoy día una herramienta que tanto profesionales como fotógrafos amateurs usamos en nuestros disparos, las cámaras no siempre los han tenido. Hubo un tiempo que el zoom consistía en avanzar o retroceder unos metros cargando con una caja pesada.

Los smartphones, ya desde sus inicios, incluyeron dos tipos de modificadores de la distancia focal: el zoom óptico, fruto de modificar la posición física de las lentes y hacer más «grandes» los objetos (hardware); y el zoom digital, el escalado de la imagen digital usando software. Ambos han recorrido un camino casi impensable desde que, por primera vez, se implantaran en el mundo de la telefonía.

¿Cómo se consiguió una cámara tan diminuta?

Las primeras cámaras en los móviles surgieron algo antes que los primeros teléfonos inteligentes. Pese a que servían para poco más que enviar MMS, supuso un logro de la ingeniería miniaturizar la tecnología de cámaras réflex (Ø85x50mm de objetivo, aproximadamente) a unos pocos milímetros de fondo y pocos más de diámetro.

El invento consistía en una lente a una distancia focal fija (sin zoom óptico) colocada sobre el sensor de imagen. En las primeras versiones, el zoom recayó de manera íntegra en el digital, aunque la falta de calidad de la imagen inicial, los problemas para estabilizar la imagen, o la falta de potencia en los teléfonos hacían este tipo de acercamiento bastante rudimentario y poco usado.

Los primeros zoom ópticos, y el grosor de los smartphones

Para poder modificar la distancia focal de manera óptica, es necesario que varias lentes cambien de posición una con respecto a la otra. Para ello hace falta incluir algún mecanismo que las acerque o separe, haciendo considerablemente gruesos los primeros smartphones que disponían de zoom óptico.

LG V30

Pese a su considerable fondo, estos primeros teléfonos eran capaces de realizar un enfoque automático (AF, auto focus) gracias a una combinación por aquel entonces de alta tecnología consistente en combinar hardware (actuadores) y software (procesador).

La «magia» de esta tecnología residía en un actuador lineal que desplazaba la lente a lo largo del eje de la cámara llamado voice coil engine (VCM), separándola o acercándola del sensor. Sin embargo, cuando la lente pudo ser desplazada también entorno a los otros dos ejes (arriba-abajo e izquierda-derecha), de otra sinergia entre HW y SW surgió la estabilización de imagen óptica (OIS, optical image stabilization).

Para solucionar el problema del grosor excesivo, o que incluso la cámara sobresalga de manera notable por la trasera del teléfono, algunos fabricantes recurrieron a soluciones altamente imaginativas. Por ejemplo, hubo algunos que convirtieron el smartphone en una cámara (con su grosor correspondiente) añadiendo una pantalla y un SO Android; mientras que otros optaron por varios tipos de carcasas enracables con accesorios como ópticas o baterías.

La cámara doble y el gran angular

Pronto, a lo largo de varios años, el mercado descartó este tipo de diseños y los fabricantes tuvieron que optimizar la miniaturización de la tecnología de las cámaras tradicionales. Dado que es mecánicamente imposible —por cómo se comporta la luz— hacer grandes angulares con una única cámara, algunos fabricantes optaron por incluir un segundo juego de ópticas, como ocurre con el LG G6.

LG V30

Llamados dual cam o de cámara doble, en el caso del LG G6 cuenta con una lente de 13MP y una segunda lente gran angular de 125º y 13MP, y es del trabajo conjunto de ambos juegos de lentes que obtenemos todo tipo de composiciones.

A medida que los smartphones han ido evolucionando, la barrera entre hardware y software —zoom óptico y zoom digital, respectivamente— ha ido difuminándose. Por ejemplo, en conjunción a una óptica de alta calidad capaz de enfoques precisos, si tenemos buen pulso; se incluye en el LG G6 un estabilizador óptico OIS con tecnología Steady Record 2.0, por si no lo tenemos, complementando la parte mecánica con la virtual.

Gracias a sistemas Focus Peaking y Tracking Focus es posible no solo ajustar fácilmente la zona a enfocar en las fotos, sino una corrección automática del enfoque en nuestros vídeos. Sin embargo, este tipo de tecnología no es un sustituto del diseño e ingenio a la hora de realizar nuestras fotografías, sino una herramienta que nos ayuda a disparar, como comenta Silvia Buján, fotógrafa profesional, «es una suerte vivir en esta era digital y disfrutar de toda la tecnología que tenemos a nuestro alcance».

Apertura y fotografía nocturna

Pese al avance de la tecnología, los smartphones han adolecido durante toda su historia de cámaras incapaces de captar la luz en entornos oscuros. Es normal, si tenemos una lente abierta al exterior de unos pocos milímetros, encontrarnos con que necesitamos tiempos de exposición mucho más largos para retener los mismos fotones que, por ejemplo, una réflex con cien veces más área de lente.

El LG G6 ha solucionado este salto tecnológico con una apertura de diafragma de F1.8 para la cámara principal (de 71º) y F2.4 para el gran angular. Esta dilatación es la que regula la cantidad de luz que pasa por nuestro objetivo hacia el sensor de la cámara. Esto significa que se minimiza la pérdida del detalle absorbida por el sensor debido a que le llega mucha más luz.

En entornos nocturnos en los que la luz es precisamente lo que falta, estas cámaras nos ofrece imágenes más nítidas, pero no solo por la recogida de más fotones, sino por un aumento de la profundidad de campo. Es decir, la zona no difuminada de fotografías estéticas como la de abajo es más amplia:

LG V30

Las cámaras de los smartphones siguen evolucionando, pero hay consenso en que han alcanzado un nivel casi profesional en todos los ámbitos. Con ellas podemos rodar cortos, hacer fotografías que ganan premios mundiales o documentar nuestra vida como en su momento lo hicimos con las cámaras de vídeo o las réflex.